Si escapara corriendo de esta ciudad en brincos de cerro a cerro, agua en la mirada y resortes en los pies, llegaría a la nostalgia, a la ausencia entera de arenas movedizas y tierras secas, mordería el polvo para limpiarme pasadores y vestidos de plancha, reiría de estómago a garganta y de garganta a cielo, recogería de un sorbo todas las casas caídas, los sueños rotos y las lágrimas-sonrisas… Si volara allá, me entregaría a las últimas espinas y muy probablemente, eso lo sé, insistiría en rodar de nuevo aquí, donde el desierto del otro nombre también me espera.
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